miércoles, 21 de abril de 2010

Islay, diálogo y venganza/ Carlos Reyna

Islay, diálogo y venganza
Mié, 21/04/2010 - 22:22


Carlos Reyna

Agricultores y policías retiraban juntos las grandes piedras de la Panamericana Sur, en Islay. Todos ellos dándose la mano para desbloquear la carretera. Estas imágenes del martes por la noche demuestran que hay sitio para la razón cuando la autoridad se abre al diálogo.

Horas antes, el choque parecía inevitable. Los policías habían comenzado a mostrar su armamento. Los agricultores, incluidas sus mujeres, hacían un muro humano en la pista para hacer escuchar su oposición al proyecto Tía María.

El presidente García, como otras veces, puso su propia leña en la hoguera. Llamó “terroristas viales” a los agricultores. Los trató de “ínfima minoría”. O sea, que eran nada, o, a lo más, violentos irracionales. Lo mismo dijeron numerosos spots oficialistas.

No ha sido así. Aun en medio del bloqueo, los agricultores siempre enviaron señales de disposición a dialogar. Suspendían algunas horas la medida. Compartían su olla común con los pasajeros y también con los policías, a pesar que estaban allí para reprimirlos.

El martes, después de la gestión de la Defensora del Pueblo y del presidente de la Región Arequipa, los agricultores decidieron suspender su medida para facilitar el diálogo directo con el primer ministro y parte del gabinete. Este diálogo, pedido mucho antes de la protesta, pero no atendido, tendrá lugar hoy.

Atenuada la tensión, verificado el riesgo de otro Bagua, las autoridades han concedido razonabilidad a las demandas. La Defensora del Pueblo ha pedido que primero se construya el consenso necesario. Parte de ese consenso es el reordenamiento territorial con garantías para la agricultura. Sólo después podría resolverse lo del proyecto.

El propio primer ministro ha admitido que una causa de este conflicto es que los interesados en la mina no habían sabido obtener el consentimiento de la gente. Es una crítica directa a la Southern, pero indirecta a sus ministros de Energía y Minas y de Agricultura.

Si es así, resulta absurdo que ciertos fiscales hayan acusado a los dirigentes de Cocachacra incluso por apología del terrorismo. Será que ciertos altos intereses se resisten a ser razonables para un diálogo en serio. O que la venganza selectiva es el consuelo cuando no se puede aplastar una protesta social.

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